Es realmente bueno poder practicar yoga con tus hijos.
No es lo mismo practicar a solas con los hijos en casa, que ir a un sitio donde ambos sean dirigidos por un profesor, ambas prácticas son igualmente positivas, pero cuando hay una tercera persona, padres e hijos se relajan y es mas fácil olvidar sus roles.
A nivel técnico se pueden percibir tendencias posturales heredadas de padres a hijos, también se puede percibir si tienen la misma capacidad para realizar ciertas posiciones o mudras y, se observa la actitud, que puede o no ser parecida, con la que desarrollan y afrontan las posiciones y las diferentes prácticas yoguicas. Darse cuenta de todas estas tendencias permite por un lado evitar las incorrectas en los hijos y por el otro, recuperar la armonía natural olvidada con el paso de los años en los padres.
En ocasiones los padres mostraran poder hacer cosas que sus hijos no pueden, y eso, a los niños les llena de admiración, en otras ocasiones los hijos mostraran a los padres de lo que son capaces y a los padres eso les enorgullece.
Hay que reconocer que los padres también aprenden de los hijos, y que los hijos son capaces de escuchar más fácilmente a los padres porque ven que pueden hacer las mismas cosas.
Durante la práctica de yoga la energía del cuerpo sutil circula por el cuerpo, pero también circula por la sala, esas energías que se desprenden del cuerpo las perciben las personas que hay alrededor, si esa persona que hay cerca es de tu familia se establecera una comunicación a otros niveles.
La expresión corporal es tan importante como la verbal, de hecho cuando no es posible el dialogo, puede ser posible el contacto, por eso pienso que con adolescentes esta practica seria muy recomendable.
Uno de los principales problemas es que nos creemos diferentes , yoga significa unión, por ello pienso que practicar yoga puede reducir la separacion de esas distancias generacionales.
Las relaciones se estrechan cuando somos capaces de compartir un espacio y un tiempo juntos para simplemente abrirse a experimentar.
Se experimentan sensaciones físicas con la práctica de asanas, energéticas con el movimiento del prana en la respiración, cambios psíquicos por la influencia sobre el sistema nervioso… todo esto que se experimenta es importante hablarlo con los hijos al finalizar la clase, nos escuchan y escuchamos la vivencia personal y cómo nos hemos sentido al compartir esta experiencia.
© Ana Mª Jimenez
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