lunes, 6 de octubre de 2014

MEDITAR EN LA EPOCA DE KALI YUGA



Estamos en una época donde la mente nos confunde porque esta llena de fantasías y creencias que ocultan la naturaleza del Ser bajo la mascara del ego con la que nos identificamos.

El ego y la personalidad es la parte de la mente que se relaciona con el mundo exterior y el medio por el cual re-interpretamos la realidad, es también una herramienta con la que interpretamos los varios papeles que adoptamos en el teatro de la vida. El ego es necesario para adaptarnos a las situaciones y relacionarnos con las personas y el resto del mundo. 

Esta personalidad con el ego como protagonista se desarrolla hasta que el ser humano empieza a cuestionarse preguntas que van mas allá de lo conocido, de los patrones aprendidos; cuando nos rebelamos y empezamos a ver que hay algo que se nos escapa y que siempre estuvo ahí.

La meditación dirige la luz interior hacia a un mundo por descubrir. En este mundo interior miramos buscando conocer, comprender y trascender. Pero Maya nos atrapa con mucha facilidad, nos aleja de la realidad objetiva oculta bajo los juicios que hacemos constantemente. Un parloteo continuo que entra en conflicto con las diferentes partes de nosotros. Esta es la mente como un monito saltando de un lado a otro, reaccionando como una víctima inconsciente e ignorante.

Un parte del trabajo interior que se realiza en la meditación se centra en observar todos esos movimientos con los que la mente se identifica. Un trabajo sobre el cuerpo, la mente, las emociones y el comportamiento para adquirir una mayor consciencia de nosotros mismos, del mundo y del infinito universo cósmico.

El hombre en proceso de despertar trata de encontrar una dimensión mas allá de la dimensión de las apariencias, busca trascender las barreras que le separan y que alimentan a la dualidad. Uno de los objetivos de esta practica es encontrar el equilibrio por medio de la reflexión; el silencio por medio de la atención en los ruidos; y la unidad e integración a través la fuerza de voluntad que nos permite seguir el hilo conductor como una constante que nos conecta a la eternidad.

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